Wunderkammer El título de la exposición alude a aquellos Gabinetes de Arte y Curiosidades que proliferaron en Europa a partir del s. XVI y que contenían cualquier cosa, siempre que fuera la más grande, la más pequeña, la más rara, la más exquisita, la más bizarra o la más grotesca. Una colección típica de estas características podía contener pinturas de Durero, el esqueleto de un recién nacido, cucharas miniatura escondidas en el interior de una cereza y un brazalete hecho de pezuñas de alce; además de momias y varios instrumentos musicales raros.
Su manera de exponer lo feo, de manejar materiales peligrosos, de no ceder a la tentación artística de crear belleza, son un recurso para contrarrestar la cuidada estética y el complaciente narcisismo colectivos. Pero, sobre todo, las dos series que componen Wunderkammer (“Relicarios” y “Quimeras”) son puro divertimento, un nuevo ejercicio para mostrar aquello que Planas entiende por arte: éxtasis, ensoñación, prodigio, asombro, inquietud, droga suprema y sin resaca.