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Desconcertantemente refinado
GEORGINA SAS


Durante el Barroco la calavera se convirtió en símbolo de la piedad y la reflexión, en las composiciones de las vanitas, servía para recordar al hombre la brevedad de la vida y la inanidad de lo humano. Salvador Dalí ya había incidido en la temática de la muerte, esa belleza convulsa que André Breton llamó "le beau comme" y que Damien Hirst, ya en este siglo XXI, sacó del ilusionismo pictórico para llevarla a una dimensión real en un orden metafórico aparentemente alquímico.

Andrés Planas (Palma, 1957) recoge el cráneo para algunas de sus series de pintura de pequeño tamaño, ejecutadas en técnica mixta (acrílico, óleo, collage). Meditecráneo, que así se llama, nos muestra sus recuerdos más profundos a modo de revelaciones automáticas. Planas pinta cráneos o curas con sotanas amargas, que al final vienen a representar lo mismo, porque en mi opinión el celibato sacerdotal no es la raíz de abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes, lo que subyace bajo ése y otros problemas relacionados con la Iglesia es la profunda amargura de muchos de sus miembros, aunque Planas sólo los represente para enlazar con lo la idea del reemplazo.


El resto de pinturas sirven a esos cráneos para presidir fragmentos de formas, símbolos y cuentos; aquí empieza la ficción, de lo que pudo ser y nunca fue, donde todo aún es posible. La irrealidad de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil, sino siempre posible en la realidad. Luego, ¿qué desea expresar Planas con su serie de pequeñas instalaciones Prótesis? Esa mezcla de coleccionista-cirujano que expone en urnas prótesis mamarias llenas de elementos simbólicos que aluden al recuerdo, a la identidad, al deseo, a todas las mujeres en general.

La propuesta se completa con la edición de un libro en el que Juan Rabell recopila textos y en la que pone de manifiesto, no sólo su gran amistad con el artista, sino también su faceta de cirujano plástico y su reconocida cráneo filia, y es que este fragmento de nuestro cuerpo contiene todos los pensamientos posibles. La primera cita a la que alude, es una del arquitecto francés Jean Mignot: Ars sine scienta nihil est (La habilidad sin conocimiento no es nada).