La categoría de lo abyecto
ASUN CLAR
La muestra con la que Andrés Planas (Palma, 1957) ha vuelto al ruedo expositivo palmesano tras 24 años de ausencia presenta cuatro frentes aparentemente diferenciados pero con un mismo núcleo en común: lo abyecto (en el sentido artístico del término). Las obras protagonizadas por los cráneos, y los negros hábitos de las series Mediterráneo y Sotanas, a pesar de presentarse bajo coloristas collages, son una muestra de la incursión en este territorio. También lo son las prótesis mamarias extraídas de mujeres de la serie Las tentaciones de Santa Águeda, y la video proyección en la que se registra este procedimiento. Completan el repertorio los frascos que contienen fetos realizados en cerámica y piel de Souvenir de Mallorca.
Lo interesante; al margen de la ejecución y resolución formal impecables que dotan de gran atractivo a las piezas; es el planteamiento que sobrevuela todo este trabajo. Por la aportación de los elementos que lo componen podría pensarse que se trata de un arte reivindicativo que cuestiona el sacrificio realizado por las mujeres para alcanzar los cánones de belleza impuestos por la sociedad.
Por eso (deduciríamos), se recurre a la exposición de assemblages de prótesis junto a unas etiquetas con textos fabulados de las posibles destinatarias, que podrían funcionar a modo de análisis sociológico; o se proyectan las imágenes de las operaciones de implantación o extracción quirúrgica subrayando su crudeza y violencia mediante la visión de la sangre y las heridas. También la presencia de sotanas, aludiendo a la enseñanza represiva de los años sesenta, podría pensarse como una crítica histórico-social que se posicionara en contra de ese sistema educativo.
Lo interesante; al margen de la ejecución y resolución formal impecables que dotan de gran atractivo a las piezas; es el planteamiento que sobrevuela todo este trabajo. Por la aportación de los elementos que lo componen podría pensarse que se trata de un arte reivindicativo que cuestiona el sacrificio realizado por las mujeres para alcanzar los cánones de belleza impuestos por la sociedad.
Por eso (deduciríamos), se recurre a la exposición de assemblages de prótesis junto a unas etiquetas con textos fabulados de las posibles destinatarias, que podrían funcionar a modo de análisis sociológico; o se proyectan las imágenes de las operaciones de implantación o extracción quirúrgica subrayando su crudeza y violencia mediante la visión de la sangre y las heridas. También la presencia de sotanas, aludiendo a la enseñanza represiva de los años sesenta, podría pensarse como una crítica histórico-social que se posicionara en contra de ese sistema educativo.
Sin embargo, Andrés Planas confiesa que su intención no es precisamente la de la denuncia social. En relación a la nefasta influencia de los métodos restrictivos aplicados en los colegios en aquellos años, dice obedecer a la necesidad de sacar sus fantasmas a modo de catarsis; motivo qué también invoca respecto a la inclusión reiterada del cráneo como envase contendor -y por tanto símbolo- del ser, es decir, de la identidad, de la persona; en definitiva, del Yo.
Esta mirada sobre sí mismo, revestida de elementos producto del trauma o del cuerpo herido (nada más herido que la muerte representada por una calavera o un feto) es la que, junto a los otros motivos (las prótesis) podría entenderse según la categoría de lo abyecto que–defiende Julia Kristeva: «Aquello de lo que debo deshacerme a fin de ser un Yo», ni sujeto, ni objeto. Esta condición quedaría sugerida por escenas que incluyen la herida y la muerte, con imágenes que evocan el cuerpo del revés, lo de dentro fuera (vísceras, sangre…), pero también por las del sujeto invadido por el objeto (el ser por el cráneo desnudo).
Abyectar sería, según Kristeva, expulsar, separar, y esta operación podría transitar todas las piezas que constituyen esta compleja, inquietante pero lúdica, muestra que se acompaña de dos volúmenes que añaden atractivo a esta visión de lo oscuro.
Esta mirada sobre sí mismo, revestida de elementos producto del trauma o del cuerpo herido (nada más herido que la muerte representada por una calavera o un feto) es la que, junto a los otros motivos (las prótesis) podría entenderse según la categoría de lo abyecto que–defiende Julia Kristeva: «Aquello de lo que debo deshacerme a fin de ser un Yo», ni sujeto, ni objeto. Esta condición quedaría sugerida por escenas que incluyen la herida y la muerte, con imágenes que evocan el cuerpo del revés, lo de dentro fuera (vísceras, sangre…), pero también por las del sujeto invadido por el objeto (el ser por el cráneo desnudo).
Abyectar sería, según Kristeva, expulsar, separar, y esta operación podría transitar todas las piezas que constituyen esta compleja, inquietante pero lúdica, muestra que se acompaña de dos volúmenes que añaden atractivo a esta visión de lo oscuro.