1990 - 2000

Andrés Planas se sumergió en el mundo del arte de forma circunstancial, es decir, no ha sido su oficio y, como tantos, sus primeros pasos en este mundo fueron básicamente reinventando la pintura de otros. Siendo penalista de oficio, no es extraño que a Planas, en sus primeros años de pintor,  le apeteciera saltarse todas las normas y acercarse hasta acariciar los relieves de la pintura, admirar la indocilidad de los materiales o dar rienda suelta a las irregularidades caprichosas de las superficies. Detrás de la poética del “gesto” existía una idea libre del arte, desembarazada de clichés academicistas, que no ha abandonado nunca.
Lo más revelador de esta primera década creativa de Planas, es que produce obras de distinta procedencia señaladas por las huellas de lo primario e ingenuo. La aparente anarquía de su trabajo le vincula irremediablemente con el art autre, aquel que se define como una estética de lo informal, donde lo espontáneo y lo irracional justifican su existencia, y las cosas cotidianas más triviales adquieren una coherencia y una carga intelectual propias del que ama la tradición pero precisa del presente para reinventarse.